martes, 2 de febrero de 2010

La hora robada

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"Bajo presión", el último libro de Carl Honoré

Esperaba esa hora durante todo el día, era su mejor hora, la única en la cual podía ser él mismo, sin censuras y sin deberes. La necesitaba para estar tranquilo y satisfecho porque era la única en la cual escapaba al control de los adultos. La hora de parque, después de todo un largo día de colegio, era la única que podía robarle a su infancia cuidadósamente diseñada por unos padres que querían lo mejor para él. También era su hora más corta, nunca entenderá porque algunas horas pasan tan tremendamente lentas, como la hora de la clase de geografía, y otras pasan a esa velocidad tan supersónica y apenas te queda tiempo de disfrutarlas, aunque se te quede mucho rato el buen sabor en la boca.
Ese día su madre llego tarde, ya habían salido todos los amigos y sus madres, y no tuvo fuerza aliada para luchar contra su rotundo no:
-"Lo siento cariño pero hoy no podemos quedarnos en el parque"
No acostumbraba a llorar, ya tenía ocho años pero no era capaz de explicar a su madre el día tan complicado que había tenido, su mejor amigo se había chivado al profesor de él y lo peor es que él no le había molestado adrede, había sido un accidente pero su amigo no le dejo explicarse; estaba triste y se sentía traicionado, pero como podía contarle esto a esa señora tan lejana que ni siquiera entendía lo importante que era para él esa hora al día de libertad, se trago las lágrimas que asomaban a sus ojos y la rabia por esa nueva injusticia.
Se fueron a casa, había mucha faena por hacer después de la jornada laboral y su madre no podía prestarle atención.
"Por favor juega conmigo" -hubiera querido decirle, pero ella estaba demasiado ocupada con la aspiradora como para mirarle a los ojos y descubrir su soledad.
Cogió la psp y se zambullo en su pantalla como el que se tira de cabeza a una piscina helada, enseguida se encontró acompañado, supero un nivel, luego otro y cuando se dio cuenta estaba en la última pantalla, recordó que cuando su padre le compró ese juego no podía pasar de la primera pantalla y ahora era buenísimo:
-"¡Mira mama ya estoy en el último nivel!"
-"¡Que bien cariño, pues ahora apaga la maquinita y haz los deberes"
-"¡Pero mama, mírame...me falta muy poco...!
-"Ya no tienes más tiempo de jugar, ¡apaga!".
La miro desolado pero ella no se dio cuenta porque estaba pendiente del trapo del polvo, hacía tiempo que no miraba a los ojos a su hijo, no tenía tiempo; apagó la psp resignado y empezó a construir esa coraza que le protegería durante el resto de su vida de las relaciones verdaderas y auténticas.
También un niño solo es un niño abandonado.