lunes, 27 de mayo de 2013

TDHA: Manifiesto de Consenso de diferentes profesionales de la salud

Pincha en la imagen para acceder al documento

Y pincha en la siguiente dirección para acceder a la página  de la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas donde además del documento teneis una recogida de firmas que podeis apoyar:
http://www.feap.es/noticia.php?id=72
Es un Manifiesto de Consenso que han firmado una serie de profesionales del campo de la psicología, la psiquiatría, la neurología, la pediatría, la medicina familiar, la psicopedagogía y la psicomotricidad en que quieren hacer constar su preocupación por la facilidad con que se diagnostica de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con y sin Hiperactividad) a muchos niños en edad escolar.
El escrito es muy interesante ya que viene a darnos la razón a aquellos profesionales  y personas sensibles que estábamos viendo como en muchos casos los trastornos que sufren los niños no son debidos a problemas psicológicos que pueden curarse con medicación, sino que hay que profundizar en los contextos y los motivos que llevan a esos niños a no atender ni tener interés por la enseñanza.

Es un texto fácil de entender y dice cosas tan interesantes como que el diagnóstico de este síndrome se realiza generalmente en base a cuestionarios administrados a padres y/o maestros y el tratamiento que se suele indicar es: medicación y modificación conductual. El resultado es que los niños son medicados desde edades muy tempranas, con una medicación que no cura (se les administra de acuerdo a una situación, por ejemplo, para ir a la escuela) y que en muchos casos disimula sintomatología grave que se manifestará en un futuro o encubre deterioros que se profundizan a lo largo de la vida
No dejéis de leerlo si sois padres preocupados por la educación y la salud de vuestros hijos y si sois educadores que veréis respuesta a muchas dudas que se nos presentan en nuestra labor diaria.

También podeis leer el artículo sobre las controversias, divergencias y convergencias que actualmente hay sobre el TDHA del Doctor Alberto Laza Zulueta, especialista en Psiquiatría y Psicoterapia y Jefe del Servicio de Psiquiatría y Salud Mental de Niños y Adolescentes de Bizcaia.
Pincha aqui para acceder al ARTICULO

sábado, 25 de mayo de 2013

Casi viva.


Ese domingo había más silencio de lo normal y durmió hasta tarde. Cuando despertó el sol inundaba toda la habitación y estaba bañada en sudor. Un agridulce sabor le subió por la garganta haciendole saltar de la cama en busca de un vaso de agua.
La noche anterior se bebió la vida a grandes sorbos como si estuviese apurandola, casi no recordaba como había llegado a casa pero tenía la certeza que se había traido consigo algo precioso que ya nadie le iba a arrebatar.
Por fin había escapado de la tiránica bestia que le tenía amarrada día y noche a la noria de las costumbres, enajenada, hipnotizada, muerta.
Olvidado todo placer comía cualquier cosa con tal de adormecer sus tripas; el trabajo lo realizaba como una autómata a la que hubiesen dado cuerda y no pudiese hacer otra cosa, sin interés, sin ningún atisbo de entusiasmo pero sin rebeldía tampoco.
A simple vista parecía una persona equilibrada, seria y poco comunicativa pero amable y educada, aunque nadie recordaba haber bromeado nunca con ella.
Aprendió pronto las normas, a base de golpes se volvió cobarde y tímida y tan insegura que siempre se creía la causa de todas las desgracias y errores. Llevaba la culpa marcada a hierro en sus carnes todavía jóvenes.
Cuando la mirabas a los ojos lo sabías, nunca miraba a nadie a la cara y ese color azul era tan transparente y claro que la traicionaba. Pero nunca lo supe con certeza hasta ese día en que ella me lo contó hasta vomitar todo el dolor, todo el miedo y toda la tristeza que arrastraba consigo.
La encontré acurrucada llorando en un portal como una niña perdida y después de mucho insistir conseguí que me contará que tenía que pasar la noche sola en casa y la sola idea le aterrorizaba; me quede perplejo porque mi vecina que yo supiese siempre había vivido sola. No entendía nada, la tranquilice y le pedí que me explicase lo que había pasado.
"Las tiendas han cerrado y mi televisor se ha estropeado"... Le propuse ir a un bar y allí la deje unas horas después todavía sola pero ya casi viva.

miércoles, 15 de mayo de 2013

La raiz de la violencia




12 Puntos por Alice Miller


"Hace ya varios años que está científicamente comprobado que los efectos devastadores de los traumatismos infligidos a los niños repercuten inevitablemente sobre la sociedad. Esta verdad concierne a cada individuo por separado y debería –si fuese suficientemente conocida– llevar a modificar fundamentalmente nuestra sociedad, y sobre todo a liberarnos del crecimiento ciego de la violencia. Los puntos siguientes ilustrarán esta tesis:
Cada niño viene al mundo para expandirse, desarrollarse, amar, expresar sus necesidades y sus sentimientos.
Para poder desarrollarse, el niño necesita el respeto y la protección de los adultos, tomándolo en serio, amándolo y ayudándolo a orientarse.
Cuando explotamos al niño para satisfacer nuestras necesidades de adulto, cuando le pegamos, castigamos, manipulamos, descuidamos, abusamos de él, o lo engañamos, sin que jamás ningún testigo intervenga en su favor, su integridad sufrirá de una herida incurable.
La reacción normal del niño a esta herida sería la cólera y el dolor. Pero, en su soledad, la experiencia del dolor le sería insoportable, y la cólera la tiene prohibida. No le queda otro remedio que el de contener sus sentimientos, reprimir el recuerdo del traumatismo e idealizar a sus agresores. Más tarde no le quedará ningún recuerdo de lo que le han hecho.
Estos sentimientos de cólera, de impotencia, de desesperación, de nostalgia, de angustia y de dolor, desconectados de su verdadero origen, tratan por todos los medios de expresarse a través de actos destructores, que se dirigirán contra otros (criminalidad, genocidio), o contra sí mismo ( toxicomanía, alcoholismo , prostitución, trastornos psíquicos, suicidio).
Cuando nos hacemos padres, utilizamos a menudo a nuestros propios hijos como víctimas propiciatorias: persecución, por otra parte, totalmente legitimada por la sociedad, gozando incluso de un cierto prestigio desde el momento en que se engalana con el título de educación. El drama es que el padre o la madre maltratan a su hijo para no sentir lo que le hicieron a ellos sus propios padres. Así se asienta la raíz de la futura violencia.
Para que un niño maltratado no se convierta ni en un criminal, ni en un enfermo mental es necesario que encuentre, al menos una vez en su vida, a alguien que sepa pertinentemente que no es él quien está enfermo, sino las personas que lo rodean. Es únicamente de esta forma que la lucidez o ausencia de lucidez por parte de la sociedad puede ayudar a salvar la vida del niño o contribuir a destruirla. Esta es la responsabilidad de las personas que trabajan en el terreno del auxilio social, terapeutas, enseñantes, psiquiatras, médicos, funcionarios, enfermeros.
Hasta ahora, la sociedad ha sostenido a los adultos y acusado a las víctimas. Se ha reconfortado en su ceguera con teorías, que están perfectamente de acuerdo con aquellas de la educación de nuestros abuelos, y que ven en el niño a un ser falso , con malos instintos, mentiroso, que agrede a sus inocentes padres o los desea sexualmente. La verdad es que cada niño tiende a sentirse culpable de la crueldad de sus padres. Y como, a pesar de todo, sigue queriéndolos, los disculpa así de su responsabilidad .
Hace solamente unos años, se ha podido comprobar, gracias a nuevos métodos terapeúticos, que las experiencias traumatizantes de la infancia, reprimidas, están inscritas en el organismo y repercuten inconscientemente durante toda la vida de la persona. Por otra parte, los ordenadores que han grabado las reacciones del niño en el vientre de su madre, han demostrado que el bebé siente y aprende desde el principio de su vida la ternura, de la misma manera que puede aprender la crueldad.
Con esta manera de ver, cada comportamiento absurdo revela su lógica , hasta ahora ocultada, en el mismo instante en que las experiencias traumatizantes salen a la luz.
Una vez conscientes de los traumatismos de la infancia y de sus efectos podremos poner término a la perpetuación de la violencia de generación en generación.
Los niños, cuya integridad no ha sido dañada, que han obtenido de sus padres la protección, el respeto y la sinceridad necesaria, se convertirán en adolescentes y adultos inteligentes, sensibles, comprensivos y abiertos. Amarán la vida y no tendrán necesidad de ir en contra de los otros, ni de ellos mismos, menos aún de suicidarse. Utilizarán su fuerza únicamente para defenderse. Protegerán y respetarán naturalmente a los más débiles y por consecuencia a sus propios hijos porque habrán conocido ellos mismos la experiencia de
este respeto y protección y será este recuerdo y no el de la crueldad el que estará grabado en ellos."

Más sobre Alice Miller:
http://www.screamsfromchildhood.com/articulos_alice_miller.html

http://www.alice-miller.com/

sábado, 4 de mayo de 2013

De princesas y sapos.

Ese día el cazador salio con intención de encontrarla. Llevaba horas buscando por las callejuelas oscuras y estaba seguro de que andaba por allí pero no encontraba el rastro de su olor que tan bien conocía. Era el que mejor la conocía, casi diría que era su obra.
La había conocido cuando solo era una niña, llena de ilusiones y sueños de princesa buena y sacrificada y él necesitaba tanto que lo cuidasen...la amo a su manera y ella entendió enseguida que uno no puede dar lo que no ha recibido y pago con amor y resignación desprecios y desplantes de todo tipo. La princesa se esforzaba en acunar y amansar su carácter pero el arraigo que tenía el odio en su corazón era tan fuerte que a veces no podía contenerlo y lo descargaba con quien sabía que siempre lo iba a perdonar, por que lo necesitaba, él era su hombre, lo único que ella tenía, la única persona con la que hablaba y que a veces la abrazaba e incluso le pedía perdón realmente arrepentido cuando la violencia llegaba a extremos que ella no conseguía olvidar. Entonces realmente arrepentido se disculpaba en su infancia y todo lo que lo convertía en un monstruo que ella no merecía y la pobre niña llegaba a compadecerse y llorar con él por la vida tan desgraciada que había vivido y se olvidaba de su propia desgraciada vida pagando con ella los pecados de él.
A menudo pensaba en su madre, en sus amigos de la infancia y sabía que no la habrían abandonado si se hubiese atrevido a pedir ayuda pero ¿que habría sido de él?, pensaba la desdichada y no se atrevía ni siquiera a imaginar al desgraciado solo. Así iban pasando los días y un día él volvió con algo que le hizo sentir feliz por un instante, como el primer día que uno prueba los caramelos de niño, ella se sintió envuelta por una nube de paz donde lo irreal era más verdadero que la vida. Las cosas empezaron a ir mejor entre ellos, él ya no se enfadaba tan a menudo y ese caramelo los acercaba y los hacía cómplices.
Hasta entonces él había trabajado pero paulatinamente empezó a faltar y acabo en la calle, se volvió osado y robaba para mantener el vicio y se volvió imprescindible para la princesa que a duras penas conseguía una barra de pan o un litro de leche, su único sustento; la droga era cara y nunca llegaba para la comida.
Un día lo pillaron y ella tuvo que ir a visitarlo en prisión, le pidió droga y ella no pudo darle más que el cariño antiguo, un poco dolorido por el mono. Le prometió traerle algo aunque no sabía como.
Pasaban las horas y cada vez se sentía peor, deambulando por las callejuelas del barrio chino encontró a un camello y suplico hasta que él le propuso un intercambio de lo único que ella poseía y podía darle. Se fue a casa con su tesoro y una firme decisión de guardar la mayoría para compartirla con él en un vis a vis pero se lo fumo todo y al día siguiente salió a buscar más.
Día tras día posponía su cita y así fue recuperando su independencia, cuando consiguió ir a verlo ella era otra, la princesa y su inocencia habían muerto y se había transformado en reina, con el peso de su corona y de su reino, pero dueña al fin de si misma. Y ni siquiera entonces lo abandono del todo, le visito, le escribió, le llevo droga.
En la última visita le dijo lo que hacía, él nunca le había preguntado, no quería saberlo he incluso le venía bien que fuese así, pero cuando la escucho contarlo sin sombra de culpa, montó en cólera y la insulto, la humillo por última vez porque ya nunca iba a poseer a la princesa, esta había muerto y la mujer que allí estaba no tenía intención de tener ningún dueño.
Y el cazador siguió husmeando por el barrio chino sin encontrar ni siquiera el cadáver de su pieza. Su caza se había recuperado de la herida y salía en busca del buen tiempo con otras aves que emigraban hacia el sur.