
Mujeres Libres: las anarquistas que revolucionaron la clase obrera hace 82 años
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La libertad en la mujer sigue siendo sinónimo de loca, puta, egoísta, inconsciente, irresponsable, inmadura y todos los conceptos asociados a la mala mujer o incluso a la "no mujer".
La experiencia que quiero compartir no es original ni
única sino que es tan corriente y, al mismo tiempo, esta tan silenciada que
parece que sólo le pasa a una misma, pero es la historia de vida de millones de
mujeres que formamos una familia y quedamos atrapadas en su seno de forma
invisible y teniendo muchas dificultades para romper con esa dinámica tan
normalizada de “aguantar” por los niños, por la economía, por lo que digan los
demás, porque es lo que todo el mundo hace, por la vejez, por la culpa (una
compañera habitual de nuestro género) y así nos dejamos llevar a una vida vacía
en la que son siempre las necesidades, deseos y juicios de los demás los que
deciden sobre ella.
La privacidad de la familia es sagrada y un arma
contra nosotras que hace que nos cueste mucho compartir e incluso sintamos
vergüenza de prácticas cotidianas como el “con-sentir” las relaciones
sin deseo.
La familia son los cimientos donde se sostiene y
reproduce el patriarcado, generándose relaciones de poder que la historia ha
normalizado invisibilizandolas.
Por la ideología patriarcal construimos nuestra forma
de amar en base a unos mitos que
perpetúan el machismo en las relaciones. Y la ideología capitalista se
mantiene, principalmente, a través de la idea de la concepción de la propiedad
privada del ser que "amas" y toda la parafernalia de herencias.
Pero a diferencia de lo que los medios de comunicación
capitalistas y heteropatriarcales quieren hacernos pensar, el amor es personal
y lo personal es político y, como dice Mary Wollstonecraft, “nos engañan para
que pensemos que nuestra subordinación en los distintos espacios de la vida
social es una prueba de amor”
Hay tres frases muy ilustrativas que forman parte de
nuestro imaginario colectivo y afectan a nuestra construcción del género y a
nuestra forma de relacionarnos y "amarnos": quien
bien te quiere te hará llorar, los que más se pelean son los que más se desean
y del amor al odio hay un paso.
Así pasamos de tener un proyecto en común a sentirnos
terriblemente traicionados si la relación se estanca o el amor no es lo que habiamos imaginado y ese proyecto (los niños) pasan a ser moneda de cambio y a sufrir las consecuencias
de nuestra decepción transformándose muy a menudo en frustración, en impotencia
y, sobre todo en el sexo masculino, muchas veces, en violencia de género.
Por eso un trabajo importante contra la violencia de género pasa por, no sólo descosificar a la mujer y su cuerpo sino desmontar todos los mitos que nos han transmitido a ambos sexos con el amor romantico.
Por eso un trabajo importante contra la violencia de género pasa por, no sólo descosificar a la mujer y su cuerpo sino desmontar todos los mitos que nos han transmitido a ambos sexos con el amor romantico.
"El día en
que una mujer pueda amar, no desde su debilidad sino desde su fuerza, no para
escapar de sí misma sino para encontrarse, no para rebajarse sino para
afirmarse -- ese día será para ella, como para los hombres, una fuente de vida
y no de peligro mortal".
Simone de
Beauvoir
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