miércoles, 9 de noviembre de 2011

El poder represor de la protección


No existe la conciencia de que nuestra infancia no este bien cuidada y, sin embargo,  lo que llamamos educación no es más que la domesticación de las criaturas como si ellas fuesen salvajes (y como si hubiera que aniquilar esa condición) y hubiera que atraerlas y acogerlas en nuestra civilizada vida llena de relojes y de normas.
Pero afortunadamente "lo primitivo y salvaje" muchas veces se resiste a ser domesticado, a ser normativizado. ¿Tan importante es llenar nuestra vida de responsabilidades desproveyendola de la improvisación de la vida, de la magia y la libertad de poder elegir, de equivocarse, de experimentar y aprender de los errores?.
Nuestras niñas viven encerradas en jaulas transparentes que limitan todos los sectores de sus vidas siempre rodeadas de adultos "protectores".
Al final la docilidad se convierte en el único modo de supervivencia de la infancia.
Hemos matado a la madre y este crimen nos aboca a un mundo en el que los deseos son transformados en necesidades y estas en carencias que sirven para someternos, y así en el primer periodo de crianza ya se construye el estado de sumisión.
Nuestra infancia necesita nuestra complicidad y nuestro reconocimiento y la liberación de las mujeres pasa por defender y asumir su condición de madre que cuida y protege a sus criaturas, no la madre patriarcal que abandona a sus criaturas y es una herramienta al servicio represor del sistema patriarcal.
Casilda Rodrigañez dice que:
"la liberación de la mujer no pasa por el trabajo asalariado, tanto la maternidad robotizada como el trabajo asalariado son estados de supervivencia, de necesidad, no constituyen el paradigma de la vida humana deseante, constituyen los pilares del orden patriarcal. Y el despiece y la división empieza cuando hay que trabajar para realizar una plusvalía que engorde el patrimonio." 
Como dice Cesar Manzanos: "La única revolución posible es el retorno a la infancia y a todos sus maravillosos valores".
Y como dice Casilda Rodrigañez: "No hay que enfrentarse ni al Ejercito, ni al Estado: hay que enfrenterse a la familia (lo cual requiere mucha mayor dosis de rebeldía), destruir el Edipo, vivir en clanes, amar y proteger a las criaturas y respetar sus deseos".