miércoles, 25 de abril de 2018

Gente creciendo en relación



En las casas de acogida necesitamos, como en cualquier grupo de convivencia, unas normas básicas que faciliten el dia a dia con los demás:
  1. Por causas de seguridad y salud de las nanas
  2. Por respeto a los demas y a las cosas.
  3. Por necesidad de colaborar en las tareas que facilitan la convivencia, asumir responsabilidades y adquirir autonomía.
Pero la asunción de responsabilidades no es tarea facil, sobre todo en cuestiones de tareas domésticas en las que a priori no hay ninguna motivación intrinseca.
A este respecto los educadores nuevos recurrentemente se sienten "chachas", sobre todo, cuando se trata de adolescentes, con toda la carga negativa hacia las "chachas" y poniendo en evidencia esa desconexión entre lo que implica una experiencia de cuidado y las "responsabilidades del educador"
Vivir en una casa limpia, tener la comida preparada a tu hora y acostarte en una cama que no tenga las sábanas hechas una pelota es una vivencia de cuidado que si no la has tenido no la puedes buscar ni interiorizar de un dia para otro. La adquisición de los hábitos más básicos es un trabajo de años que muchos adolescentes no han experimentado en su vida.
Este debate entre nuestra responsabilidad y su autonomía es recurrente y no encontramos muchas estrategias más allá de las meramente conductistas si queremos conseguir resultados a corto plazo: "tu haces y yo te pago por ello". Pero estas estrategias no hacen que los chavales interioricen la necesidad de instaurar ese hábito y, a veces, lo viven como una manipulación y lo aprovechan para vincular directamente el premio o refuerzo positivo a necesidades puntuales, creando lo contrario que pretendemos, una resistencia al hábito como modo de autoafirmación o una vivencia del premio como chantaje.
Los mejores refuerzos son los naturales, los reales, los intrinsecos, los que motivan a continuar creciendo, trabajando, aprendiendo.
En el camino de acompañar a una niña en su desarrollo lo importante es el camino, no alcanzar la meta; porque la forma en que se recorre ese camino o se enseña, forma parte del aprendizaje. Aqui el fín tampoco justifica los medios sino que estos se convierten en fin en si mismos.
Con refuerzos positivos compramos obediencia pero no les ayudamos a crecer y a que aprendan a decidir por ellos mismos.

Otra cosa que puede afectar mucho a las nanas es la forma que tenemos de vincularnos porque, pese a que nos vinculemos desde la convivencia y la relación, no deja de ser un vínculo mediatizado por un contrato de trabajo y por un horario.
Esto las nanas y nanos lo tienen que tener presente para no sufrir decepciones. Las relaciones tienen que ser auténticas pero los chicos tienen que saber que no nos los vamos a llevar a nuestras casas y que no van a formar parte de nuestras vidas mas que de forma puntual para evitar dependencias que luego les hagan sufrir y sentirlas como nuevos abandonos.
Este tema es complicado máxime cuando Consellería se desentiende de ellos con 18 años y algunas no pueden volver a sus casas ni enfrentarse a la vida con sus propios medios. Afortunadamente ahora parece que estan integrando con la nueva ley los pisos de emancipación en la red de protección. Tal vez es buen momento para crear estos espacios. Eso no quita que podamos comprometernos a nivel personal con los chicos y las chicas y prestarles todo el apoyo y acompañamiento posterior que necesiten.